Diario de yoga en India, capítulo 4

1 de marzo del 2024, finaliza la formación de profesores de yoga de siete semanas en India. Esta formación es la segunda vez que la hago, la primera fue en el 2018, por aquel entonces era otra Marta muy diferente a la de ahora.

Esta vez quizá he sentido una conexión más profunda conmigo, más centrada en la práctica, en la rutina yogi diaria, en gerenal me he sentido fuerte y con ilusión de levantarme cada día a las 5 de la mañana e ir a clase muy temprano justo cuando apenas comenzaba a amanecer.

Las bolsas debajo de mis ojos han disminuido, el brillo de mis ojos y mi piel ha cambiado, mi cuerpo ha rejuvenecido notablemente, me siento con mucha energía y con la mente calmada, centrada y en paz. Realmente este tiempo ha sido una desintoxicación a diferentes niveles, tanto físico como mental, y se debe en gran parte a la alimentación que he llevado. Nada de gluten, lácteos, café, tea, azúcar, harinas, y todo lo que he comido ha sido cocinado exclusivamente por mí.

Todo esto me demuestra claramente lo que ya intuía, comer sano y natural ayuda infinitamente a mantener tu cuerpo, tus órganos, tus huesos y tus células, fuertes. He comido mucha fruta, -papayas, bananas, piñas-, y he combinado alimentos nutricionales para mantener un cierto equilibrio, y por último, he bebido mucha agua.

La práctica de yoga especialmente en las últimas semanas ha sido un gran viaje profundo, mantener el âsana durante 3,5,7 minutos, cerrar los ojos y olvidarte por completo dónde estás, es la recompensa que te da la práctica y te lleva a estados más profundos.

Ahora comienza el verdadero reto, seguir con la práctica diaria y con mis horarios de comida, sé que todo ello me va a requerir un gran compromiso, un replanteamiento de hacia dónde seguir. El Gran Misterio de la Vida me guiará, ahora más que nunca toca confiar en la intuición y luchar por lo que verdaderamente siento y deseo en mi interior.